Egilea: Bizkaiko Hirugarren Sektoreko Behatokia
Laburreko zenbakia: 11/2019

Introducción

En los últimos decenios, nuestra capacidad para almacenar, transmitir, conectar y manipular información ha aumentado exponencialmente como resultado de un proceso acelerado de innovación y evolución en el ámbito digital. Lo ha hecho hasta tal punto que muchos pensadores ya hablan abiertamente de era digital para describir la época en que vivimos, o de sociedad de la información y del conocimiento para designar el modo – basado en la información y con la pretensión de construir y compartir conocimiento –  en que se producen las interacciones sociales y económicas[1].

En efecto, la tecnología está realizando transformaciones profundas y significativas en amplios sectores de la economía, alterando de forma creciente no solo los procesos de producción, comercialización y comunicación de sus productos[2], sino también el contenido y la organización del trabajo, en un fenómeno que se relaciona inevitablemente con la globalización.

Como consecuencia, este progreso tecnológico “modifica las formas y los equilibrios tradicionales de organización económica y social”[3] y nos conduce, más allá de las propias transformaciones de la economía, a una sociedad más digitalizada[4].

Ante este panorama económico y social, los países están desarrollando políticas públicas para impulsar y regular esta transformación digital. Así, dentro del marco de la Unión Europea, la Agenda Digital para Europa 2020[5] se fundamenta en 7 de pilares, entre los que están la creación de un Mercado Único Digital[6], el acceso a internet rápido y ultrarrápido[7] o la mejora de la alfabetización, competencias e inclusión digital[8].  La propia Agenda incluye un enfoque social al determinar que “la tecnología y la explotación de la información nos ayudará a afrontar los retos que tiene planteados la sociedad, tales como el cambio climático y el envejecimiento de la población”. El despliegue de las acciones incluidas en la Agenda se lleva a cabo en los diferentes Estados[9] y regiones europeas, tal como sucede en Euskadi, cuya Agenda Digital incluye entre sus retos la mejora de las competencias digitales de la ciudadanía[10].

Asimismo, y desde una perspectiva más global, las tecnologías y las innovaciones producidas en este campo son factores clave para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas[11]. Aspecto que también viene recogido entre las diferentes metas[12], compromisos y planes incluidos en la Agenda Euskadi Basque Country 2030, la adaptación a escala local de los ODS de Naciones Unidas.

Parece evidente que las organizaciones del Tercer Sector Social no pueden quedarse al margen de lo anterior, por un lado, debido a que se ven y se verán ineludiblemente inmersas y afectadas por este escenario de creciente digitalización de la economía y de la sociedad; por otro, porque la proliferación de respuestas tecnológicas a problemas de diversa índole es un potencial que las propias organizaciones pueden aprovechar tanto para ser más eficientes como para mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas. Desde este punto de vista, la tecnología puede ser un poderoso aliado para la transformación social. Pero para ello será necesario, según apuntan diversas personas expertas, que las organizaciones asuman la exigencia de iniciar un proceso interno de transformación digital.

¿Qué es la transformación digital y por qué es importante para las organizaciones del Tercer Sector Social?

Aunque no hay definiciones “canónicas” del concepto, el uso del sustantivo “transformación” nos da una idea del calado y profundidad que tal acción exige: transformar implica una modificación sustancial. Por tanto, parece claro que, tal como coinciden en señalar los diferentes autores, la transformación digital de una organización no puede ser meramente la informatización de los procesos de trabajo o la incorporación de ciertas herramientas tecnológicas, es decir, no se trata de hacer lo mismo y de la misma manera haciendo uso de los diferentes recursos tecnológicos disponibles.

Por el contrario, como subraya Sergio Canellas aplicando el concepto a la realidad de las organizaciones sociales, “la transformación digital es el proceso de reinvención en una entidad del Tercer Sector a través de la utilización de tecnología digital para mejorar su desempeño y eficiencia en todos sus procesos” (Canellas, 2017)[13]. Así, tal proceso implicaría para mi organización “una nueva forma de relacionarme con todos las partes interesadas, los usuarios, los financiadores públicos y privados, los proveedores, los trabajadores, los voluntarios, los órganos de gobierno etc.” (Canellas, 2017)[14]. Supone, pues, un cambio de visión de la organización, pero también de su cultura y su entramado organizativo, que pasa por la elaboración de una estrategia que asuma, ponga en valor y proyecte la oportunidad que las tecnologías ofrecen para cumplir eficazmente su misión. En resumen, como señala Albaiges, la transformación digital “plantea un escenario que permite repensarnos de arriba abajo”, pero sin olvidar que la tecnología es tan solo el medio, o uno de los medios, que tiene toda organización al alcance para intentar cumplir con sus objetivos.

El potencial de la tecnología y la necesidad de avanzar en su incorporación al Tercer Sector es algo que se viene manifestando en los últimos años. En las orientaciones incluidas en el Libro Blanco del Tercer Sector Social de Euskadi 2014-2015, se mencionaba expresamente la necesidad de “aprovechar las TIC (y, en particular, las redes sociales) para llegar a más personas, de forma más rápida y sencilla, superando las barreras físicas, sociales y geográficas, y para promover nuevas formas de movilización social, de participación en las organizaciones, de captación de recursos económicos (crowdfunding…), etc.” (p.180). Más adelante, se insistía en la importancia de “ofrecer apoyo económico, formación y otras medidas que faciliten que las entidades (especialmente las pequeñas y medianas) incorporen las TIC como instrumento clave para el trabajo diario y como herramienta de atención a las personas” (p.192). Estas orientaciones apuntaban ya dos aspectos clave: las oportunidades de mejora que ofrecen las tecnologías a las organizaciones en diversos ámbitos y la necesidad de apoyo para su incorporación.  Desde la publicación del Libro Blanco hasta el presente, se ha venido hablando reiteradamente desde distintos ámbitos de la necesidad de avanzar en la TD de las organizaciones, pero, ¿cuál es la situación actual del sector con respecto a esta cuestión?

¿Cuál es la situación actual de las organizaciones del Tercer Sector con respecto a la TD?

Lo primero que cabe resaltar es que no disponemos de muchos datos que nos ofrezcan un panorama aproximado de la situación del sector con respecto a esta cuestión.  En Euskadi, el Libro Blanco ya apuntaba que “el uso que se hace de las TIC en relación con la gestión es insuficiente y, más concretamente, las entidades y redes aún no están aprovechando suficientemente las redes sociales, pero para ello se necesitan recursos -materiales, humanos y económicos – que no están al alcance de todas” (p.136). Y señalaba también otros aspectos importantes.

Por un lado, la existencia de una “brecha digital que afecta a algunos de sus grupos de interés (personas destinatarias, familias, etc.) con los que también ha de establecer una comunicación bidireccional” (p.153).

Por otro lado, realizaba un análisis más pormenorizado de aspectos como la información y comunicación en las organizaciones. En este punto, constataba que  “los espacios de comunicación y relación están cambiando y el sector debe adaptarse” (p.153) y señalaba cómo “las redes sociales representan también una oportunidad para conectar con otras organizaciones y con la ciudadanía en general, de una forma ágil y, en cierta medida, económica” (p.153). Sin embargo, también hacía notar que las redes sociales “se aprovechan poco para realizar incidencia social y política (los movimientos sociales son ejemplo de que esto puede hacerse” (p.153). Además, remarcaba la importancia de “tener presencia on-line y lanzar mensajes en las redes sociales pero el sector tendría que ser capaz de dar un paso más y conseguir estar en los debates que surgen en ellas, y en otros espacios de comunicación, como un agente más, con posición propia” (p.153).

El análisis más detallado del uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) confirmaba que este tipo de herramientas habían “alcanzado una indiscutible presencia en la comunicación de las entidades con sus distintos grupos de interés” (p.141).

Más recientemente, la Estrategia de Promoción del Tercer Sector Social de Euskadi señala diversos ámbitos donde la incorporación de la tecnología es limitada y mejorable: la estrategia destaca los obstáculos que las entidades pequeñas y medianas “encuentran en relación con el uso de las TIC y la gestión de las subvenciones públicas debido a las exigencias crecientes de gestión a todas las entidades sin importar su tamaño” (p 23); también, que “un 31% carece de web o no hace uso de ella”. Por otro lado, también refuerza aspectos más positivos, como el hecho de que “las TIC han ido ganando presencia como medio de comunicación. Así, el 90% de las organizaciones utiliza el email para comunicarse con distintos grupos de interés con mucha o bastante frecuencia, un 69% cuenta con una web institucional y un 54% hace un uso bastante frecuente de las redes sociales” (p.24).

En el ámbito estatal[15], la información no es mayor. El informe de 2015 publicado por la Plataforma de ONG de Acción Social señalaba que “no es posible afirmar a ciencia cierta que el sector esté plenamente integrado en la transformación digital” (Ruiz, p.127). Los datos más recientes sobre esta cuestión en el Estado los conocemos a través de dos informes. Por una lado, el realizado por ESADE y PwC donde se señala abiertamente que “sólo el 8% de las organizaciones del Tercer Sector disponen de una estrategia digital, mientras que la gran mayoría (77%) disponen de iniciativas aisladas en este sentido o de líneas de trabajo específicos pero incluidas en estrategias más amplias” (Caralt et al., 2017, p.17). El informe concluye que “las entidades no lucrativas se encuentran en la etapa de despegue en el ámbito digital”.  Por otro lado, el

Por otra lado, el realizado por la ISDIGITAL Foundation que concluye afirmnado, entre otras cuestiones, que las organizaciones del Tercer Sector “no han adoptado una cultura digital” (ISDIGITAL Foundation, p.34), o que la resistencia al cambio es “uno de los mayores frenos percibidos y declarados que impiden que se desarrolle correctamente la transformación digital” (p.34).

Con las salvedades de rigor, podemos tener en cuenta los datos ofrecidos para el tercer sector catalán a través de un informe elaborado por la Taula d’Entitats del Tercer Sector de Catalunya (DEP Institute, 2017), ya que pueden dibujar un panorama en el que las organizaciones del Tercer Sector de Euskadi pueden verse, al menos parcialmente, reflejadas. En dicho informe se apuntaba que las necesidades a las que se había dedicado más esfuerzos en los últimos años eran aquellas relacionadas con la comunicación y la formación (ERP, CRM, gestión de RRHH y personas voluntarias, etc.) y en aprovechar habilidades y competencias tecnológicas ya existentes en los profesionales del sector. En cambio, no se había avanzado de forma significativa en la capacidad de recoger datos que califiquen y cuantifiquen la dimensión y características del mercado actual y potencial de la tecnología en el tercer sector. Otra necesidad que el estudio mostró fue la falta de recursos económicos destinados a implantar nuevas tecnologías.

Por otra parte, en el apartado de objetivos de mejora tecnológica, el informe revelaba que los objetivos tecnológicos en los que se había trabajado más eran los de situar a las personas en el centro de los servicios y la formación en competencias, pero a pesar de ello, aún estaban lejos de considerarse cumplidos. Los objetivos con un grado de consecución más bajo resultaron la cooperación en el sector (la unión de esfuerzos entre el tercer sector, las administraciones y la industria para el desarrollo y la implantación de la tecnología) y el uso de la tecnología como elemento de mejora de la eficiencia. En este sentido, el informe destacaba que la introducción de la tecnología en las entidades del tercer sector aún no es vista como un elemento de ahorro, sino como un gasto que muchas veces no se puede asumir. Sin embargo, la tecnología se percibe de forma unánime como una oportunidad de mejora para el sector[16].

Aunque el panorama general parece estar lejos de lo esperado, la proliferación de iniciativas, productos y alianzas con empresas tecnológicas por parte del Tercer Sector tanto en el Estado como en Euskadi (ver anexo) indican una tendencia creciente de las organizaciones hacia la incorporación  de las tecnologías como respuesta a los diferentes retos sociales.

Con todo, la situación parece estar en un estado inicial con respecto a la transformación digital del tercer sector. Este proceso podría está afectando en mayor medida a la gestión, donde parece haberse avanzado más intensamente en la conectividad y la seguridad de los datos, y en menor medida en la intervención y la mejora de la calidad de vida de las personas destinatarias. La ausencia de un conocimiento preciso sobre esta cuestión haría necesaria la realización de algún tipo de diagnóstico que arroje mayor luz sobre la situación del TSSE con respecto a la misma.

¿Qué oportunidades y beneficios ofrece la transformación digital a las organizaciones del Tercer Sector Social?

La tecnología ofrece numerosas oportunidades de mejora para las organizaciones. El informe publicado por ESADE y PwC (Caralt et al., 2017) señala, al menos, cuatro campos, tanto internos como externos, donde la innovación digital puede transformar significativa y positivamente la respuesta a los diferentes retos y necesidades: (a) la comunicación y captación de fondos (b) la influencia; (c) los productos y servicios; (d) la gestión interna. A estos, podemos añadirle (e) la colaboración entre organizaciones. Todos ellos están alineados con los objetivos generales que las organizaciones deberían contemplar en su estrategia digital: llegar a más personas y con mayor impacto;  ampliar su base social; utilizar de forma más eficiente los recursos y optimizar la gestión de los procesos de trabajo; mejorar los programas y servicios que se dirigen a sus personas destinatarias.

(a) La comunicación y captación de fondos

En todos los campos, y en este especialmente, debemos tener presente la creciente importancia de smartphones y tablets (tecnología móvil) como herramientas de acceso a información, así como el extendido uso de las redes sociales como canales de comunicación en un gran segmento de la población, todo lo cual ofrece a las organizaciones un ámbito de trabajo de enorme potencial.

Aquí los objetivos pasan por incorporar la tecnología para conseguir captar más recursos, incrementar el conocimiento sobre la organización, aumentar la base social y mejorar la relación e interacción con los diferentes grupos de interés tanto internos como externos.

En efecto, las herramientas digitales nos pueden permitir conocer mejor a nuestras personas (o entidades) socias, donantes, colaboradoras y grupos de interés en general, por lo que podremos comunicar con mayor acierto lo que hacemos, atraer a más personas y generar un mayor vínculo (engagement) con nuestra organización. Estrategias como el Inbound marketing[17], el Search Engine Marketing[18], el uso de newsletters (boletines digitales), o el desarrollo de potentes narrativas digitales a través de campañas y promociones en redes sociales y plataformas de activismo[19] pueden contribuir a ello y, al mismo tiempo, aumentar nuestra base social.

Por otra parte, en el ámbito de la captación de fondos, las organizaciones deben “combinar los canales tradicionales y los nuevos canales digitales” (Caralt et al., 2017, p.29). Además de disponer de un sitio web con buenas condiciones de usabilidad y adaptada a diferentes dispositivos, y de la comunicación vía email a través de newsletters, existen otras herramientas digitales para captar fondos. Las redes sociales pueden ser canales interesantes para darse a conocer y crear una comunidad de seguidores. Además, en los últimos años han aparecido nuevos canales de captación de fondos, como las plataformas de crowdfunding[20].

(b) La influencia

Los objetivos de incorporar en este campo las diferentes herramientas tecnológicas serían incrementar nuestra capacidad de incidir socialmente, llegar a mayor público y conseguir un mayor impacto social de nuestras campañas y actividades.

En este sentido, internet y las redes sociales pueden ser vías atractivas para desarrollar campañas que contribuyan a generar mayor incidencia y capacidad de influencia en la toma de decisiones sobre temas que afectan a las organizaciones y las personas destinatarias. Aquí la tecnología ya nos permite, mediante la aplicación de técnicas de big data, identificar los perfiles de las personas destinatarias de nuestros productos de comunicación (potenciales personas socias, voluntarias, donantes, etc.), con lo que podríamos segmentar las campañas de comunicación adecuando el mensaje y el canal a cada tipo de usuario, generando así una comunicación más eficaz.

(c) Los productos y servicios

En este campo, la transformación digital está orientada a la mejora de la calidad o la incorporación de nuevos servicios ofrecidos a las personas destinatarias,  la ampliación del alcance nuestros proyectos o el abordaje de nuevos retos sociales o de viejos retos para los que no había una respuesta eficaz.

Aquí las posibilidades son numerosas, desde la generación de mejoras puntuales en servicios, por ejemplo la creación de herramientas, dispositivos y aplicaciones para las personas destinatarias, hasta transformaciones radicales en nuestros modelos de intervención, por ejemplo, mediante la automatización de algunos programas y servicios.

Sin duda, la tecnología puede convertirse en un valioso instrumento en favor de las personas y familias destinatarias, contribuyendo a veces a una mejora significativa de su calidad de vida en diferentes ámbitos: bienestar físico y psicosocial, vida autónoma, inclusión social, etc.

 (d) la gestión interna

Otro de los campos en los que la TD puede jugar un papel significativo es en la gestión interna, mediante la optimización de los procesos y flujos de trabajo que favorezcan la eficiencia operativa. Según el informe publicado por ESADE y PwC “el 61 % de las ONG afirman que uno de los objetivos de su estrategia digital es la mejora en la gestión interna de la entidad”, por lo que éste es sin duda un ámbito pionero donde las organizaciones han realizado y realizan esfuerzos importantes en sus estrategias digitales (Caralt et al., 2017, p.16).

Destacan en este campo, dos áreas donde la tecnología puede impactar significativamente:

  1. La gestión de equipos: por ejemplo, en la captación de talento a través de diferentes plataformas (hacesfalta.org, linkedin, etc.); en la gestión del equipo de voluntarios; en la formación de equipos, reduciendo costes y permitiendo una mayor flexibilidad; o en la propia gestión del trabajo mediante la incorporación de herramientas de trabajo remoto.
  2. La mejora de los flujos de trabajo, mediante, por ejemplo, la automatización de determinados procesos de trabajo gracias a software específico: CRM, Intranets, soluciones en la nube, etc.

 (e) Colaboración entre organizaciones

Además de los campos señalados anteriormente, puede añadirse la colaboración entre organizaciones, que puede concretar, por ejemplo, en:

  • La promoción de infraestructuras comunes.
  • La gestión colaborativa de proyectos.
  • La creación de sistemas de datos compartidos: intercambiar datos de colectivos con los que intervienen las organizaciones (big data) para permitir analizar situaciones, definir patrones, realizar predicciones y establecer planes de acción conjuntos.
  • El intercambio de información y conocimiento entre redes y organizaciones.

 

En definitiva, la TD ofrece potencialmente numerosos beneficios para las organizaciones del Tercer Sector Social. Canellas (2017) destaca al menos ocho:

  1. Mejora los resultados económicos, reduce costes y mejorar la producción.
  2. Mejora la satisfacción de los trabajadores, voluntarios y otros colaboradores.
  3. Mejora la experiencia de las personas destinatarias. La tecnología puede ayudar a construir soluciones altamente personalizadas.
  4. Mejora en la toma de decisiones.
  5. Fomento del trabajo en equipo.
  6. Descentralización del trabajo.
  7. Reclutamiento del talento y fidelización de partes interesadas.
  8. Nuevas oportunidades de captación de fondos.

A estos beneficios, podemos añadir también:

  1. Oportunidades de ampliación de la base social.
  2. Mejora de la colaboración entre organizaciones.
  3. Mayor empoderamiento de las personas destinatarias.
  4. Y, finalmente, un enorme potencial de innovación para dar respuesta a viejos y nuevos retos. Además de mejorar y apoyar los métodos tradicionales, la TD permite nuevos tipos de innovación y creatividad.

¿Qué dificultades y retos plantea la transformación digital al Tercer Sector Social?

Ante la complejidad la cuestión, existen numerosos retos y dificultades que las organizaciones y el tercer sector social deben encarar de cara a iniciar un proceso de transformación digital. Hemos agrupado algunas de ellas en cuatro grandes bloques:

(1) El cambio cultural 

En el escenario actual, Albauges señala que “nos encontramos con organizaciones cada vez más repletas de tecnología pero a menudo carentes del conocimiento suficiente para emplearla desde la estrategia” (2016), por lo que siguen trabajando a la antigua, ofreciendo las mismas respuestas a problemas y retos que van evolucionando y para los que la tecnología puede ofrecer respuestas tan eficaces como poco exploradas.

En este sentido, es necesario tener en cuenta que los procesos de transformación digital implican procesos de cambio cultural y organizacional que exigen nuevas estructuras para desarrollar e implantar las nuevas herramientas tecnológicas. Esa modificación de la cultura organizativa pasa, en primer lugar, por la necesidad de contar con un liderazgo que pueda impulsar, dirigir y coordinar el cambio; en segundo lugar, por reducir las resistencias a la incorporación de tecnología que puedan darse por el equipo de profesionales.

Este cambio cultural debería traer, como consecuencia, la incorporación de la visión tecnológica a la estrategia de las organizaciones.

Por otra parte, este cambio puede chocar con un “cierto prejuicio tecnológico” y con barreras culturales de las propias organizaciones que pueden percibir las tecnologías, en un entorno altamente relacional como el del TSS, como herramientas potencialmente despersonalizadoras, aunque parece evidente que la tecnología no siempre sustituye la relación, sino que, en muchos casos, la facilita.

(2) La capacitación de los y las profesionales y personas voluntarias

Una mayor digitalización implica una mayor preparación. Para ello, es necesario disponer de perfiles profesionales tecnológicos y, en caso de déficits en este sentido, potenciar las habilidades y competencias tecnológicas de los equipos, así como atraer nuevo talento con la formación adecuada.

Es posible que, en algunos casos, se esté produciendo un desfase entre la implantación tecnológica en determinados servicios y el grado de capacitación del personal que desarrolla su actividad en ellos.

(3) La colaboración entre organizaciones:

El tercer sector es un sector diverso pero homogéneo. Este hecho permite que las organizaciones puedan compartir necesidades, generando una comunidad que:

  • Intercambie experiencias innovadoras, herramientas (bases de datos, CRMs, etc.) e información (big data). En este ámbito, sería necesario avanzar en el desarrollo de códigos éticos en el tratamiento y análisis de grandes masas de datos compartidos (big data).
  • Conecte a profesionales que estén trabajando en programas o problemáticas similares.
  • Avance en la formulación y diseño de respuestas innovadoras compartidas.

 (4) La generación de alianzas

Las organizaciones del tercer sector social no suelen contar con capacidad propia para el desarrollo de respuestas tecnológicas por lo que la colaboración entre organizaciones, aunque necesaria, no será suficiente para abordar los retos sociales. Es preciso ampliar esa colaboración a otros actores.

Por un lado, resulta fundamental poner en relación a las organizaciones sociales con los actores vinculados a la tecnología (universidades, centros tecnológicos, empresas) para que se produzca una transferencia de conocimiento (incluso, en algunos casos, una cesión de profesionales). Así, la colaboración entre centros de I+D+i y las organizaciones sociales podría contribuir – ya lo está haciendo – aún más significativamente a la mejora de las condiciones de vida de muchos colectivos mediante el desarrollo de productos y servicios con un alto grado de tecnificación a través de proyectos compartidos (joint ventures).

Por otro lado, la colaboración también debe producirse con las administraciones públicas con un triple objetivo:

  • Establecer y coordinar respuestas compartidas de base tecnológica a numerosas necesidades sociales, especialmente aquellas atendidas por servicios de responsabilidad pública y que son provistos por las organizaciones del tercer sector[21].
  • Incrementar los recursos económicos y técnicos[22], no sólo para la generación de innovaciones tecnológicas en los procesos de intervención, sino también en la mejora del resto de campos en los que la TD tiene relevancia (comunicación y captación de fondos, influencia, gestión…)[23].
  • Finalmente, la colaboración con las administraciones debería contribuir a reducir las desigualdades entre organizaciones en el acceso a las tecnologías, especialmente en lo que concierne a las PYMAS.

El objetivo de esta generación de alianzas entre organizaciones, empresas de I+D+i y administraciones públicas sería la generación de un ecosistema de innovación  social que ofrezca respuestas tecnológicas a un numeroso elenco de problemáticas sociales con las que trabajan las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi.

¿Qué riesgos plantea la transformación digital al Tercer Sector Social?

Las aportaciones positivas para el sector que puede ofrecer el desarrollo de procesos de transformación digital, no debe hacernos olvidar que también existen riesgos inherentes que no debemos soslayar.

En primer lugar, la tecnología nos confronta con cuestiones de carácter ético, por lo menos en lo que respecta a dos cuestiones:

  1. Sobre la adecuación ética de determinadas prácticas posibles gracias a la tecnología. Por ejemplo, el uso de la geolocalización en determinados servicios de atención a personas y la posible invasión de la privacidad que ello implica.
  2. El uso y tratamiento de datos personales entre profesionales a gran escala (big data) – práctica que ya es posible en nuestro sector – obtenidos en los procesos de intervención, teniendo en cuenta, además, que se trata de datos “sensibles”: como la situación familiar, el estado de salud, etc. Parece necesaria en nuestro sector, antes de su puesta en marcha, la realización de algún tipo de reflexión de carácter ético que clarifique su uso, alcance, fines, etc.

En segundo lugar, la incorporación de la tecnología a los procesos de trabajo, especialmente a los procesos de intervención, nos confronta también con una cuestión identitaria del propio sector, puesto que esa incorporación podría tener la capacidad de transformar las relaciones (centralidad de las personas) y la intervención misma (relación como instrumento de intervención).

En efecto, como ya se ha apuntado más arriba, el elemento relacional es una característica clave de nuestro sector, fundamental en todos los planos de nuestras organizaciones (interacción entre personas trabajadoras y voluntarias, comunicación con las personas socias, con grupos de interés externos, con la sociedad…). Aunque la digitalización puede ofrecer oportunidades de mejora en la comunicación, la interacción o la intervención (por ejemplo, los servicios de teleasistencia), también puede implicar cierto riesgo de despersonalización mediante la sustitución de servicios relacionales por otros medios. Las relaciones presenciales son claves en los procesos de intervención social (acompañamiento social, intervención socioeducativa o psicosocial, orientación sociolaboral, etc.). La TD no debe distorsionar el valor que las relaciones humanas y sociales tienen en la labor desempeñada por el TSS.

Además, existen otras cuestiones que conviene tener presentes. Por un lado, la incorporación de la tecnología contribuye a afrontar problemas sociales pero, al mismo tiempo, favorece la aparición de otros nuevos, como la brecha digital o la accesibilidad digital.

Por otra parte, el acceso de determinados grupos de personas usuarias a ciertos entornos digitales y el posible mal uso de los mismos pueden suponer nuevos riesgos que habría que afrontar por partes de las organizaciones que los atienden.

Finalmente, aunque improbable, cabría tener en cuenta la amenaza que los procesos de transformación digital podrían tener en la reducción de personal trabajador (y voluntario) dentro de las organizaciones del sector. No es éste un hecho desdeñable socialmente hablando, ya que procesos como la robotización en sectores económicos como el de la industria (industria 4.0) destruyen determinados tipos de empleos, a la par que generan otros, afectando la destrucción de empleo a las personas con menor cualificación y mayores dificultades de inserción laboral. Hechos como este están generando – en nuestro sector y fuera de él – reflexiones sobre el coste social de este tipo de procesos y la necesidad de minimizar su impacto, de desarrollar alternativas de inserción para estas personas, de garantizar ingresos, etc.

Por todo ello, parece cada vez más necesario, ante este escenario incipiente, disponer de una perspectiva y un posicionamiento propios como sector:

  • Que tenga presente que las tecnologías no son neutras y que su adopción producen beneficios pero también implican riesgos y nuevos retos, sin olvidar que son tan solo un soporte para los fines sociales que perseguimos. En este sentido, la Asociación Española de Fundaciones (AEF) ha publicado (2018) un informe sobre “la revolución digital en lo social” que apunta algunos aspectos relevantes, algunos positivos, como que “la digitalización puede ayudar al deseable fortalecimiento del Tercer Sector” (p.42); otros, que son motivo de reflexión, como el hecho de que “la digitalización proporciona mejores herramientas pero no mejora necesariamente el trabajo de intervención e inclusión social para construir un mundo menos desigual” (p.52).
  • Que, desde una perspectiva crítica, avance en el esfuerzo de explicitar criterios compartidos (sobre el uso social, sobre la digitalización de procesos de intervención social, etc.), abordando cuestiones clave como la digitalización y la intervención relacional, o la digitalización y el modelo comunitario de atención (personalización, proximidad, participación de las personas destinatarias, enfoque preventivo…), así como los procesos de autonomía y vida independiente en la comunidad.

Para finalizar, a falta de un diagnóstico, resulta de interés tener presentes las diez recomendaciones formuladas por la Taula d’Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya sobre esta cuestión  (DEP Institute, 2017, p.25).

  1. Promover acciones orientadas a la transformación digital de las entidades, impulsando la configuración de una oferta de formación directiva centrada en el liderazgo para la transformación digital así como incentivando los espacios de reflexión y debate para acompañar las organizaciones en este proceso.
  2. Identificar las competencias a desarrollar por parte de profesionales y personas voluntarias de las entidades con el fin de promover una oferta de formación coherente con las necesidades del sector.
  3. Incorporar la experiencia de los usuarios en el diseño de tecnología para la provisión de servicios.
  4. Promover un mapa de la innovación en el tercer sector social que incluya todas las iniciativas en materia de tecnología móvil, digitalización y TIC de las entidades del tercer sector, tanto en el contexto catalán como fuera.
  5. Potenciar los espacios de transferencia y conocimiento sobre la aplicación de la tecnología en el tercer sector entre entidades, administración y empresas tecnológicas así como la promoción del networking para promover la cooperación.
  6. Identificar y compartir experiencias innovadoras del propio sector pero también de otros sectores y contextos (por ejemplo analizar qué se está haciendo en otros sectores como el educativo, el de la economía social y / o la economía colaborativa).
  7. Crear un inventario de soluciones tecnológicas y de proveedores para favorecer el conocimiento del sector y la compra conjunta de servicios y bienes tecnológicos.
  8. Promover medidas que velen por garantizar el acceso a la tecnología y luchar contra la brecha digital, tanto a nivel de usuarios como de entidades.
  9. Promover estudios piloto que incorporen la evaluación de impacto de la tecnología.
  10. Elaborar y presentar un plan de acción para poner en marcha y visualizar medidas orientadas a dar respuesta a las necesidades y objetivos del sector en materia de tecnología móvil, digitalización y TIC.

 

 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Documentos de referencia sobre el Tercer Sector

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Rey, J. A. L. (2007). Tercer sector y nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTIC): un estudio empírico. La sociedad cooperativa, (44), 42-46.

[1] Cfr. Manuel Castells (1998). La era de la información: Economía, sociedad y cultura. 3 vols. Madrid: Alianza Editorial.
[2] Un estado de la situación general y comparativo sobre la economía digital a nivel mundial puede verse en: Chakravorti, B. y Chaturvedi, R.S (2017). DIGITAL PLANET 2017. How competitiveness and trust in digital economies vary across the world. Boston: The Fletcher School, Tufts University. Disponible en: sites.tufts.edu. Asimismo la OCDE y el Foro Económico Mundial realizan sendos informes que pueden verse respectivamente aquí y aquí. Datos comparados sobre esta cuestión también puede verse en The Digital Economy and Society Index 2018. La versión europea ofrece un informe comparativo anual así como informes por países miembros de la UE: https://ec.europa.eu/digital-single-market/en/desi El informe DESI 2018 para España está disponible en: http://ec.europa.eu/information_society/newsroom/image/document/2018-20/es-desi_2018-country-profile-lang_4AA8143E-CA74-9BD7-2FBD36EBA0B95CCB_52357.pdf La situación de Euskadi queda recogida en el siguiente informe: Zubillaga, A. y Peletier, C. (2018). Economía y sociedad digitales en el País Vasco. Donostia-San Sebastián: Orkestra. Instituto de Competitividad de la Universidad de Deusto. Disponible en: https://www.orkestra.deusto.es/images/investigacion/publicaciones/cuadernos/economia-sociedad-digital-2018.pdf?v=02
[3] Consejo Económico y Social de España (2017). La digitalización de la economía. Informe 03/2017. Madrid: Consejo Económico y Social de España, p.11. Recuperado de: http://www.ces.es/documents/10180/4509980/Inf0317.pdf
[4] Fenómenos ligados a este proceso son las ingentes cantidades de informacion que estos sistemas generan al tiempo que el aumento en su capacidad de almacenamiento y análisis permiten el procesamiento de esa inforamción a gran escala (big data).  Asimismo, avances importantes se están produciendo en el ámbito de la inteligencia artificial (AI).
[5] Una resumen de la agenda puede verse en: europa.eu Para una información completa: Comisión Europea (2010). COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Una Agenda Digital para Europa. Bruselas, 19.5.2010 COM(2010)245 final. Recuperado de: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=celex%3A52015DC0192
[6] https://ec.europa.eu/digital-single-market/en/policies/shaping-digital-single-market
[7] La UE pretende que en 2025 haya acceso a internet a una velocidad extremadamente alta. Programas como el WiFi4EU buscan que todos los municipios de toda Europa puedan solicitar financiación para llevar wifi gratuita a los espacios públicos.
[8] La Comisión Europea aprobó en junio de 2016 la Agenda de las Capacidades para Europa que pretende, entro otras cuestiones, mejorar las capacidades digitales de la ciudadanía europea.
[9] Agenda Digital para España (2013). Disponible en: agendadigital.gob.es/agenda-digital
[10] Agenda Digital Euskadi 2020. Disponible en: https://www.spri.eus/archivos/19777/Agenda-Digital-de-Euskadi-2020.pdf
[11] Un análisis más pormenorizado sobre esta cuestión puede verse en: Las TIC y los objetivos de desarrollo sostenible (18 de septiembre de 2018). Disponible en: http://m4social.org/ca/blog/tic-objectius-desenvolupament-sostenible-ods
[12] Ver, por ejemplo, la meta 53: “Promover la sociedad de la información y el conocimiento para el aprovechamiento de las oportunidades de las tecnologías para la mejora de la competitividad –incluida la ciberseguridad-, el bienestar y la calidad de vida”. La Agenda (2018) está disponible en: http://www.euskadi.eus/pdf/agenda-euskadi-basque-country-2030.pdf
[13] En este mismo sentido, el informe elaborado por ESADE y PwC advierte que “no se trata de articular una estrategia digital específica, sino de asumir una estrategia única y troncal que involucre a toda la organización para abordar con éxito la era digital” (Caralt et al., 2017, p.9).
[14] En la misma línea y reforzando esta idea, el informe realizado por NPC señala: “Transformation is about shifting entire operating models to make services work better for those that use them. It means altering the infrastructure around which services are built, the way user needs are understood, the processes by which inputs are turned into outputs, and the way people interact”. (Bull et al., 2015, p.7).
[15] La situación a nivel internacional puede consultarse en el informe realizado por Non Profit for Tech (2019).
[16] En un estudio anterior (2011) realizado por la Taula d’Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya sobre las necesidades y competencias tecnológicas en los servicios sociales, se señalan numerosas dificultades, tales como falta de competencias, desorientación a la hora de elegir herramientas digitales, falta de perfiles tecnológicos, recursos económicos limitados, etc. El informe no está publicado pero está diponible una presentación de resultados en: https://www.slideshare.net/jalbaiges/les-necessitats-i-competncies-tecnolgiques-en-serveis-socials
[17] El inbound marketing consiste en la creación de un canal de comunicación donde se ofrece contenido de interés para el público objetivo –posibles personas socias, donantes, etc.-, que busca atraer a esas personas a la organización en lugar de buscarlas directamente por los medios habituales.
[18] Esta técnica de marketing consiste en “invertir en publicidad en buscadores, incluyendo anuncios que aparecerán en las búsquedas, para dar mayor visibilidad a la organización, promover que la gente visite la página web y, a partir de ahí, poder establecer una interacción entre ambos” (Caralt et al., 2017, p.26).
[19] Como el caso de change.org
[20] Goteo.org o migranodearena.org son dos ejemplos conocidos.
[21] Por ejemplo, como señala el último estudio realizado en Cataluña, el uso de estándares en la recogida de datos y gestión de la información en entidades y con la administración (DEP Institute, 2017, p.9). En este mismo sentido, cabría avanzar también en una definición compartida de los sistemas de información; también en el intercambio y explotación de este tipo de datos, que pueden ofrecer un conocimiento valioso para la intervención, la gestión y su mejorar.
[22] En este sentido, cabe señalar un déficit de servicios de apoyo y ayudas específicas para el tercer sector. La práctica totalidad de los servicios de apoyo y ayudas para la digitalización van dirigidas de forma exclusiva a empresas (grandes empresas y PYMES) y centros de investigación. Este déficit, unido a las exigencias de gestión y la complejidad – especialmente en los programas europeos – asociada al trabajo de cooperación con partners locales e internacionales de otros sectores (empresas y centros de investigación), pueden constituir factores inhibidores en la iniciación de procesos de incorporación tecnológica para las organizaciones del TSSE.
[23] Un ejemplo en este sentido es el programa IKANOS desarrollado por el Gobierno Vasco que está permitiendo la capacitación y mejora de competencias digitales de empresas pero también de profesionales y personas voluntarias de organizaciones del Tercer Sector de Euskadi. Más información sobre el programa IKANOS en: http://www.ikanos.eus/
[24] El video muestra la jornada del mismo título organizada por CERMI y celebrada en Madrid el 15 de febrero de 2019. Más información en: https://www.cermi.es/sites/default/files/docs/eventos/JORNADA%2015%20DE%20FEBRERO%20DE%202019.pdf
[25] El video muestra la jornada “Midiendo el impacto de la Transformación Digital para el Tercer Sector” celebrado en Madrid el 10 de junio de 2018 y organizado por la Plataformade ONG de Acción Social.