Data: 28/08/2018
Iturria : Cronica Global

Nunca es tarde si la dicha es buena. Este debe ser el lema de los más de 2,2 millones de personas que realizan tareas y actividades de voluntariado en España (5,8% de la población total), según los datos publicados en el último del Observatorio del Voluntariado y la Plataforma del Voluntariado en España. El informe de las dos organizaciones señala, además, que del total de voluntarios del país, el 19% tienen más de 65 años, una cifra nada desdeñable que refleja la fuerza de las personas mayores en este tipo de programas.

La mayor parte de propuestas de voluntariado van dirigidas a la población en general. Sin embargo, existe una corriente que busca estimular a las personas de mayor experiencia y con gran cantidad de tiempo libre (personas mayores, jubiladas, etcétera) para que dediquen parte de ese tiempo a los demás. Es lo que se denomina como “envejecimiento activo”.

Acciones “de proximidad”
Los programas con voluntarios de mayor edad suelen incidir en mejorar la vida de aquellos que se encuentran en su entorno. Es decir, son programas que se realizan en el propio barrio o a través de la asociación o centro de salud más cercano a sus hogares. Noemi Sanmartí, técnica del programa Grans actius (Mayores activos) de la Federació Catalana de Voluntariat Social, explica que esta razón de ser tiene un doble objetivo: por una parte, la movilidad de los voluntarios y asistidos es menor y, por otra, se fomenta la “interacción” y las “relaciones personales” entre los habitantes de la zona. Así, se crea un “voluntariado de proximidad” que favorece a la cohesión social, además de crear una red de colaboración en el barrio.

En esta línea se mueve, asimismo, el proyecto Acciones locales impulsado por la Obra Social “la Caixa”, en el que participaron más de 4.300 voluntarios mayores de 65 años durante el pasado año. Los mayores participan en un amplio abanico de actividades desarrolladas en escuelas infantiles, hospitales, prisiones, centros de personas con discapacidad o centros de mayores. Los proyectos más frecuentes en los que participan suelen estar relacionados con la educación y la cultura (49,2%), seguidas por los relacionados con la salud y la vulnerabilidad (30%) y la exclusión social (16%).

Ocupar el tiempo libre
Muchos de estos programas comenzaron como iniciativas para fomentar el envejecimiento activo en personas mayores, aunque en la práctica la franja de edad de los voluntarios no sea restrictiva. “La idea es que el voluntariado sea una opción para que las personas de edad avanzada ocupen su tiempo libre” explica Sanmartí. Este mismo argumento es defendido por Tina Parayre, coordinadora de voluntarios en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, quien asegura que el 10% de las personas que realizan voluntariados en el centro son personas que superan los 65 años.

Para Parayre, los actos voluntarios ayudan a los mayores a “llenar sus días” con unos trabajos que, además, son útiles para los demás, por lo que el beneficio es compartido. Unos de los voluntariados que llevan a cabo desde el hospital consiste en que las jubiladas de un centro de mayores cercano realicen piezas a medida para los neonatos prematuros, un gesto que provoca que tanto las señoras como los padres de los pequeños estén “encantados”. “Ellas ven que su tiempo y los patucos y gorritos que hacen tienen utilidad”, mientras que los padres “se emocionan con estos regalos”, que además, vienen con una pequeña etiqueta que explica quién ha sido la artífice del detalle.

Sentirse valorado
El estudio Personas Mayores y Voluntariado realizado por la Obra Social “la Caixa” y la Fundación Pilares refuerza la idea de la doble vertiente beneficiosa de las actividades voluntarias por parte de las personas mayores. Los datos reflejan que el beneficio más destacado de participar en estos programas, según los propios voluntarios, es el de sentirse valorado, seguido por el fomento de las relaciones y habilidades sociales y por dar salida a su vocación solidaria. Además, realizar UN voluntariado en la comunidad refuerza –para la mayoría de personas mayores– su interés en lo que ocurre a su alrededor, además de ser un refuerzo para su autoestima.

Para los beneficiarios de este tipo de acompañamientos, el bien principal es la autorrealización y adquisición de conocimientos, además del fomento de las relaciones y habilidades sociales y la mejora de su calidad de vida.